domingo, abril 01, 2007

Sólo una diferencia


Este Barça sigue sin gustarme. Cuando parece que vuelve, da media vuelta y cambia al monótono equipo que tanto aborrezco. Porque, en este fútbol monótono de hoy, todos los que elogiamos al Barça lo hacíamos por romper esa tristeza que acecha al fútbol de hoy. Un equipo que se divierte jugando, que antepone el juego al resultado. Eso es muy difícil de encontrar hoy en día, quizá se salva el Manchester en momentos puntuales (en los que aparece el portugués Ronaldo.

Ese fútbol que practicaba el Barça, con el que ganó todo lo que ha ganado, sólo aparece en ocasiones. Ya han vuelto Eto'o y Messi, y la vida sigue igual. Sólo hay una diferencia: la vuelta de los dos futbolistas nombrados anteriormente, Eto'o y Messi, Messi y Eto'o. Y hemos pasado de no ganar sin encantar a ganar sin hechizar. La diferencia de llevarse tres puntos o uno o ninguno. A muchos les parecerá una diferencia significativa, a otros muchos nos gustaría volver a ver al Barça de antes antes que ganar o perder tres puntos.

Este Barça me recuerda, cada día más, al Madrid de la última liga de Del Bosque. Gana, y en ocasiones con contundencia, porque tiene una calidad superior, pero todos los jugadores saben que hay algo que falla, que algo se ha acabado. Si el Barça acaba ganando la Liga, me imagino una celebración semejante a aquella de la 29ª liga del Madrid, triste, con sabor a despedida, a cambio de ciclo. Cosa que no tiene porque acabar con los títulos.



Como bien reflejaba Perarnau en una entrada realmente antológica (quizá el mejor artículo deportivo que he leído) este ciclo ha acabado. Perarnau dice que es el ciclo (el ecosistema, según sus palabras) de Deco - el (D)Ecosistema -, yo también lo pienso. El portugués es el líder del vestuario, ni Puyol ni Xavi. Éstos dos últimos son los bomberos, que intentan apagar los incendios, algunos tan grandes que los pueden llegar a consumir (como el de Eto'o). ¿Tiene que irse Deco? Pues lo mejor para el club será que se vaya. El Barça necesita volver a la senda del sacrificio y el trabajo, y cualquiera que no lo entienda será mejor que se vaya. Por el bien de las dos partes.

Por contra, entre tanto pesimismo, siempre nos quedarán alegrías como las de Messi, que parece que vive ajeno a estos problemas y sólo se encarga de jugar, con la boca cerrada, pero marcando las diferencias. En el campo, por supuesto.

Fotos: Unionradio.com.ve, Realmadridfin.net, deportistadigital.com

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