domingo, marzo 23, 2008

Pobre Ronaldinho

Pobre Ronaldinho. Hace unos días cumplía 28 años. Hace no mucho, su cumpleaños era noticia en todos los medios, destacando su gran momento y la posibilidad de marcar una era en el Barça y alzarse como uno de los mayores, sino el que más, jugadores de fútbol de la historia. Lo tenía todo: el cariño de la afición, la directiva y el vestuario y el respeto de los rivales. Lo era todo para un equipo al que llegó cuando atravesaba una larga travesía en el desierto y que él llevó otra vez a lo más alto, en la Liga y en la Champions.

Pobre Ronaldinho. Duele hablar en pasado de un jugador que reunía todas las condiciones para ser el mejor del mundo, que lo fue, pero para marcar una dictadura futbolística. Tiene más clase y técnica que Cristiano Ronaldo; tiene más cabeza que Messi; tiene una potencia superior a Kaká. Es, sigue siendo, potencialmente el jugador más dotado del mundo. Lástima que esas excelentes cualidades físicas que tiene no hayan sido acompañadas por unas iguales cualidades mentales.

Pobre Ronaldinho. Se ha dejado ir con sólo 28 años. Ha tirado la toalla en la madurez de su carrera, ha renunciado a ser el mejor, ha renunciado a ayudar a un equipo triste desde que no amena el vestuario con su sonrisa. Ha dejado todo lo relacionado con el fútbol para vivir sólo de fiesta, para vivir la noche de Castelldefels, para vivir las luces de una discoteca. Ha dejado tirada a una afición que le idolatraba, que le brindaba un aplauso con sólo intentar un regate, que le ovacionaba tras un pase mirando al tendido. Ha dejado tirada a una directiva que basó todo su proyecto entorno a su figura y que le ha defendido hasta lo indefendible, que ha tapado sus juergas incluso cuando había más testigos de sus fiestas que de sus goles.

Pobre Ronaldinho. Ojalá pudieras leer esto, ojalá pudieras leer cada mensaje que te pide un poco de implicación, que te pide que no tires la toalla aún, que eres joven, que lo tienes todo. Escucha a alguien que te pide que sonrías y vuelvas a ser el de antes, el de la samba en el campo, no en las discotecas, el de los bailes al celebrar los goles, no después de tres cubatas. Tú sabes lo grande que has sido y lo grande que puedes llegar a ser si te pones. Sólo tienes 28 años, te quedan aún para volver a demostrar que no estás acabado. Para cerrarnos la boca a todos aquellos que pensamos que estás acabado, que eres un cobarde que ha renunciado a ser el más grande para gandulear por las noches de Barcelona. Dinos que estamos equivocados, demuéstranoslo. Por favor.

viernes, marzo 21, 2008

Cansados

(Carta que envié al Sport ayer, tras confirmarse la derrota en Semifinales)

El Barça cae en Copa en semifinales, después de un partido miserable y que muestra que el ciclo Rijkaard está más que acabado. El equipo encaja goles sin capacidad de reacción, el técnico culé y sus ayudantes miran el partido, sorprendidos, sentados en su cálido asiento, sin saber qué hacer, cómo reaccionar delante de la debacle del equipo. Cruzan miradas, y giran de nuevo lentamente la cabeza hacia lo que acontece en el terreno de juego. La cosa pinta mal, porque el equipo no puede, o no quiere, reaccionar, sobrepasado por un rival que sabe lo que quiere y que ha ido a por ello desde el primer minuto del partido. El Barça ha salido a verlas venir. Adiós a la final, caras largas, lágrimas en las caras de los seguidores, lágrimas de rabia, de impotencia, de divorcio con el equipo. El Getafe ha eliminado al Barça.

Hoy, casi un año después, cae el Barça en Mestalla después de un último intento, en balde, de meterse en la final de una Copa que este año hará una década que no gana. El equipo ha apelado a la heroica, a la épica, pero lo ha hecho tarde, después de estar viéndolas venir desde el inicio del partido. Tarde, demasiado tarde. Koeman le ha planteado el mismo partido hoy que hace unas semanas en el Camp Nou al Barça, pero Rijkaard también ha repetido fórmula. Fórmula perdedora, dicho sea. El Barça habrá perdido ya montones de partidos de esta misma manera: rival encerrado, posesión total, rozando el 70%, sin verticalidad y sin crear ocasiones. Y sin capacidad de reacción, dentro del campo o desde los banquillos.

Hoy, de nuevo, acaba el ciclo de Rijkaard. Murió en Liverpool, en Getafe, y ha ido agonizando de nuevo, poco a poco, por cada campo de primera de esta Liga, hasta el día de hoy. El equipo con más potencial de la historia de la entidad, en teoría, parece que no da para más. Con la Liga casi perdida y con la Champions como única bala en la recámara, con un equipo que da la sensación de poder caer ante el Manchester o ante el Schalke o cualquiera que se le ponga delante. No da seguridad y eso es duro para una afición cansada ya, que no tiene fuerza ni para sacar los pañuelos. La afición comparte la misma desidia del equipo, y es alarmante. Aunque sea difícil, debemos levantarnos y gritar un fuerte basta ya. Que nos dejen de tomar el pelo, por favor. Este fin de semana, antes de comenzar el partido o al acabar, nunca durante, la afición debe silbar a su equipo. Protestemos, pataleemos, es nuestra respuesta a la impotencia que sentimos al ver el Barça. Por el bien del equipo.